martes, 12 de julio de 2011

Una amistad para siempre.


No te conozco desde hace más que 13 días pero me has llegado al corazón:
- No puedo solucionar todos tus problemas, tampoco tengo respuestas para todas tus dudas; pero puedo escucharte y ayudarte a buscarlas.
- No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, pero cuando me necesites estaré contigo.
- No puedo evitar que tropieces, pero puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no te caigas.
- Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos, pero me alegro cuando te veo feliz.
- No juzgo las decisiones que tomas, me limito a apoyarte y a ayudarte si me lo pides.
- No voy decirte como debes actuar, pero puedo ofrecerte mis consejos para ayudarte a crecer.
- No puedo evitar que sufras cuando algo te haga daño el corazón, pero puedo llorar contigo y ofrecerte un abrazo que te ayude a superarlo.
- No voy a decirte quién eres ni quién deberías ser, solamente voy quererte como eres y ser tu amigo.
En estos días he recordado todos los momentos bonitos que hemos pasado en Somalo. En estos días pensé en mis amigos y amigas y entre ellos, apareciste tú. No estabas arriba, ni abajo, ni en medio. No eras el número uno, ni el número final. Lo que sé es que destacabas por alguna cualidad que transmitías. Yo tampoco quiero ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendí que realmente somos amigos. Hice lo que todo amigo; agradecí la oportunidad de tenerte como amigo, es un gracias porque tú le has dado valor a mi vida.